¿Y tú me lo preguntas?
Esas cinco palabras que siempre responden a la misma incógnita mientras las pupilas se andan perforando sin piedad.
¿Qué es poesía? Y el mundo sale corriendo con el horror de pensar que el preciado bien de la palabra se desparrama inútilmente en charcas melancólicas y decires imposibles.
Así, cuando llega el poeta y lo simplifica todo con un ¡poesía eres tú! se desmonta todo el andamiaje , ya que por mucho que el señor Gustavo Adolfo anduviera perdido por los huesillos de su amada, basta pensar en según quién para darse cuenta de que, a veces, no siempre parece certero el tú.
Pero innegable es lo que afirmó el romántico, ¡poesía siempre eres tú! y en ese tú estoy yo y todos los fantasmas que flotan por los espacios antes ocupados, ahora yermos y abandonados. (¿Veis cómo va surgiendo?)
El dolor sentido o imaginado, que viene a ser lo mismo, pues el dolor siempre es dolor al nombrarlo. El latigazo en las sienes, el estallido que sube desde las tripas, el sollozo abrazado a una almohada tan muda como cómplice, suplicando penas, penas en las que rezongar para aliviar las grandes cobardías.
Poesía eres tú cuando haces bailar las palabras en mi mente para hacer esa música que la prosa raspa y hace áspera... y soy yo cuando pierdo el pudor entre esas mismas palabras encerradas en un arca con varias llaves.
Poesía son los pequeños trozos de mundo, los matices encerrados en la esquina de los sueños, la eternidad en cuatro palabras, la gramática desbocada, la gran orgía del caos.
Poesía es darte la oportunidad y abrazarla, es librar la batalla con la razón y ganarla.
¿Qué es, pues, poesía? ¿Y aún me lo sigues preguntando? Haces bien, sigue así.
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