Hasta la naturaleza se sonroja con lo que hay |
Sigo sin ver el documental sobre Rocío Carrasco, en principio ni lo necesito ni me agrada porque yo no tengo que juzgar el caso y digo el caso a propósito, porque tal parece que a quien se está juzgando es a ella y no a la propia violencia como mal endémico tanto de los microcosmos como del universo universal, a tenor de las cosas que leo.
La violencia machista sigue siendo una de las mayores vergüenzas de la humanidad y convertirla en un circo donde todo el mundo tiene su papel me parece nauseabundo.
Que ahora saquen a la palestra a Nevenka, a la chavala violada por la manada, o a Ana Orantes, dice mucho y poco bueno de los medios. Usan "los casos" para crear realitys y se desharán de ellos cuando ya no sirvan como unas series van sustituyendo a otras.
Rocío Carrasco fue creída por mucha gente antes, incluso, que por ella misma, esa indefensión aprendida, ese maltrato desde que, por ser hija de famosa, te viene, casi, dado de serie pero que cualquiera considera que entra en el sueldo.
¿De verdad alguien con dos dedos de decencia se plantea si creer o no a una mujer que denuncia maltrato?
Y, de verdad, alguien con dos dedos de decencia no se plantea denunciar el escenario asqueroso en que se está convirtiendo alguna prensa?
Ya tenemos otra charca de barro acondicionada; al final, de ella solo se sale enfangada y difícil es reconocer víctimas de verdugos.
Aunque, tal vez, sea precisamente eso lo que se pretenda.
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