22/03/2020

APRENDER


Se necesitaría al menos un año de confinamiento para empezar a aprender algo, aprender que tenemos una sociedad tan "hedonizada" que intenta sanarse aparentando que todo es una juerga.

Aprender que lo que realmente mueve el mundo es el codo a codo.

Aprender que echar mierda sobre los demás sin mirar la nuestra, emponzoña más que el virus.

Aprender que el pensamiento es un acto interior, que la reflexión es necesaria, que la información sin formación, solo deforma, malinforma y diluye la verdadera realidad.

Aprender que la empatía y el acto solidario no es tan fácil como asomarse y aplaudir en una ventana.

Aprender que el futuro no nos lo sirve la teletienda.

Aprender que la inmediatez solo sirve cuando sabemos por qué lo hacemos, aprender de uno, de una misma, de nuestros errores, de nuestras inercias.

Aprender que el tiempo es un bien tan preciado que merece saborearse con calma.

Aprender que existe el mundo real más allá (o más acá) de mi pantalla de ordenador, de mis narcisistas redes sociales.

Aprender del grupo y entender su fuerza pero aprender que ese grupo solo funciona si cada pieza está al servicio del resto, que el grupo no es rebaño, y que escuchar la voz que disiente, a veces, aporta luz.

Aprender que son pocas las cosas importantes pero que solo son visibles cuando hemos agotado todas las superfluas.

Aprender de la naturaleza que discurre con su propia cadencia y que discurre mejor cuando no se la molesta.

Aprender que, tal vez, las criaturas están más tranquilas cuando no necesitan salir a todas horas, sentir el azote del estímulo constante y ejercitar el placer creativo que proporciona el aburrimiento.

Aprender que la vida se sostiene gracias a los cuidados.

Aprender que la política es un servicio y no un escaparate, que se debe gobernar sembrando y no pasando la guadaña.

Aprender...
Aprender de lo que aprendimos y de lo que olvidamos. Aprender que esas ancianas y ancianos que hoy se van quedando sin vida, sabían mucho de esto pero no supimos escuchar porque, entendimos, que le ponían demasiado freno al tiempo y que empezaban a ser rémora.
Espero que no necesitemos ese año, tal vez estemos a tiempo de aprender lo que es, realmente, vivir y respondernos por qué dependemos tanto del ruido para no atronarnos con nuestros propios silencios.


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