27/02/2021

8M, EN EL LÍMITE DEL MAL

 No tengo pensado acudir a ninguna manifestación, ya lo digo por delante. Pero estoy alucinando con la cantidad de vestiduras rasgadas y alertas de todo tipo respecto a las futuribles manifestaciones del 8M. 

Desde que empezaron los de los pucheros a salir a la urbe, un sinfín de protestas se han sucedido en las calles al calor de propósitos varios. Tuve que soportar atascos de vehículos con globitos de los más variados colores según el motivo de la reivindicación (que hasta monjas acudían en hordas a defender sus vulnerados derechos patrimoniales de esa educación concertada y religiosa que iban a destruir y a hacer desaparecer de la faz de la tierra) La hostelería, gremio que respeto profundamente hasta donde llega el suyo por su personal, ha estado en la calle día sí día también. Ya no hablo del gremio del rap porque este, seguramente, no cuenta con el beneplácito de gran parte de la sociedad, pero salir, salen, al igual que esos ultras nostálgicos de aquella que llamaron división azul o los que reclaman la unidad de la España que desunen.

La lista, desde ese 8M del 2020 que trajo sobre el mundo más de la mitad de sus males como si 
un aquelarre de brujas infames se hubiera desatado sin piedad, es innumerable.

Ahora, que el feminismo vive horas muy tristes (y el término me parece flojo aunque es lo que siento) ya salen los golpes de pecho para avisar que las escobas no pueden ponerse en marcha ¡no vaya a ser...! 

Pues sí, mejor en casina, pero el resto que hagan lo propio, incluidos nazarenos, manolas y manoletes, costaleros, portacirios y pregoneros varios, que la semana santa es tiempo de recogimiento y contrición, a ver si se nos va a escapar el espíritu santo y después le echamos la culpa a las palomas.

UN CAFRE CON BIGOTE

 Hace 40 años dormía la siesta al arrullo de la radio, de repente un cafre con bigote me despertó. Yo, tal vez, no tuve la consciencia total de lo que aquello significaba o quería significar. Cuando salí a la calle el paisaje se asemejaba a un thriller de Hitchcock, hombres con trajes poco planchados y seguramente poco lavados dejaban imaginar herramienta poco de fiar bajo los sobacos. Mientras, en aquel café Napoli de la Plaza Mayor de Valladolid un rostro en la tele expresaba, con la contención que da el miedo, el que yo no había aprendido, todavía, a sentir del todo. Esa periodista con acento canario que años más tarde nos ponía al tanto de las cosas del corazón, hizo que esa tarde muchos corazones, de los de verdad, empezaran a latir con la fuerza que da el latigazo del pánico. 

Una tanqueta de la policía a la puerta del Ayuntamiento, y un amigo que dudaba entre escapar por Portugal o por el Pirineo mientras contaba que a otro le acababan de "limpiar" el piso. El resto, un poco a uvas de muchas cosas, fuimos al kiosco a por pilas, porque esa noche se podían ver documentales de monos y elefantes en la tele o escuchar la radio, donde daban la primera lección de transición política y yo, a punto de cumplir 21 años, ya empezaba a sospechar que los apuntes no estaban bien dictados.

40 años después siento una tristeza tremenda por todo lo que no supimos aprender y por todo lo que quedó por enseñar.

06/02/2021

VISIBILIZAR LA NAUSEA. COMADRE DE ORO 2021: MABEL LOZANO.


Cuando el 20 de octubre del 18 en el marco de la SEMINCI me sentaba en una sala de los cines Broadway de Valladolid para ver el estreno de "El proxeneta. Paso corto, mala leche" de Mabel Lozano lo hice con el miedo que me aborda siempre (soy cobarde, no lo niego) a enfrentarme a una realidad tan nauseabunda. Tuve miedo a ese pellizco que se te agarra y te retuerce la entraña dormida haciendo que  apartes la vista.

Cuando terminó la proyección no sentí esa indeseada congoja tan aguda como temía y pensé :¡es floja!,  no muestra, no daña. 

Sí que noté haber entrado en la realidad de un ser abyecto y ahí fue cuando el pellizco se apoderó de mis tripas, ¡casi empatizaba con semejante ser!  

¡Horror!, me dije.

Me costó entender dónde estaba la trampa, admitir que el negocio de la prostitución se ejerce por personas (aunque a veces cueste aplicar el calificativo), seres humanos, con trayectoria y opciones y que el saco de mierda que arrastra lo acarrean los poderes imperantes, la vista gorda de gobernantes y fuerzas del orden (supongo que tristemente establecido), la miseria como justificante, el cuerpo de las mujeres como mercancía.

La voz de aquel individuo del que no recuerdo (ni ganas de hacerlo) su nombre, narraba con la misma naturalidad con la que habría relatado que llevaba un negocio de hamburguesas y le iba bien.

Allí el protagonista era él, el redimido sin redención, el villano hecho un figura. 

Y esto es lo que hay, comprendí que es eso lo que se ve, ¡el empresario de la carne!, más o menos hortera, más o menos indeseable pero con la chequera a punto para tapar bocas y engordar negocios.

Mientras, ellas, las prostituidas, siguen siendo las visibles incorpóreas, los hedores perfumados, argumentadas por el mal menor de sus destinos y opacadas en las conciencias ajenas, el esclavismo más miserable. 

Por eso hoy, que se adjudicó, por la Tertulia Feminista Les Comadres de Gijón, la Comadre de Oro a Mabel Lozano, me alegró pensar que, a través de ella, se ponga el foco en esas escorias que siguen gozando de la maldita impunidad que les concede una sociedad tan consentidora como mercantilista,  tan hipócrita como buenista y tan estúpidamente absorta en ese monstruo que seguimos alimentando, póngale cada cual el nombre que quiera que,  en lo más recóndito de nuestro ser, sabemos quien es.


Related Posts with Thumbnails