06/02/2021

VISIBILIZAR LA NAUSEA. COMADRE DE ORO 2021: MABEL LOZANO.


Cuando el 20 de octubre del 18 en el marco de la SEMINCI me sentaba en una sala de los cines Broadway de Valladolid para ver el estreno de "El proxeneta. Paso corto, mala leche" de Mabel Lozano lo hice con el miedo que me aborda siempre (soy cobarde, no lo niego) a enfrentarme a una realidad tan nauseabunda. Tuve miedo a ese pellizco que se te agarra y te retuerce la entraña dormida haciendo que  apartes la vista.

Cuando terminó la proyección no sentí esa indeseada congoja tan aguda como temía y pensé :¡es floja!,  no muestra, no daña. 

Sí que noté haber entrado en la realidad de un ser abyecto y ahí fue cuando el pellizco se apoderó de mis tripas, ¡casi empatizaba con semejante ser!  

¡Horror!, me dije.

Me costó entender dónde estaba la trampa, admitir que el negocio de la prostitución se ejerce por personas (aunque a veces cueste aplicar el calificativo), seres humanos, con trayectoria y opciones y que el saco de mierda que arrastra lo acarrean los poderes imperantes, la vista gorda de gobernantes y fuerzas del orden (supongo que tristemente establecido), la miseria como justificante, el cuerpo de las mujeres como mercancía.

La voz de aquel individuo del que no recuerdo (ni ganas de hacerlo) su nombre, narraba con la misma naturalidad con la que habría relatado que llevaba un negocio de hamburguesas y le iba bien.

Allí el protagonista era él, el redimido sin redención, el villano hecho un figura. 

Y esto es lo que hay, comprendí que es eso lo que se ve, ¡el empresario de la carne!, más o menos hortera, más o menos indeseable pero con la chequera a punto para tapar bocas y engordar negocios.

Mientras, ellas, las prostituidas, siguen siendo las visibles incorpóreas, los hedores perfumados, argumentadas por el mal menor de sus destinos y opacadas en las conciencias ajenas, el esclavismo más miserable. 

Por eso hoy, que se adjudicó, por la Tertulia Feminista Les Comadres de Gijón, la Comadre de Oro a Mabel Lozano, me alegró pensar que, a través de ella, se ponga el foco en esas escorias que siguen gozando de la maldita impunidad que les concede una sociedad tan consentidora como mercantilista,  tan hipócrita como buenista y tan estúpidamente absorta en ese monstruo que seguimos alimentando, póngale cada cual el nombre que quiera que,  en lo más recóndito de nuestro ser, sabemos quien es.


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