Pica la herida,
en este octubre
que brota
de un otoño despiadado.
Abortado el adiós
que no te dije,
la palabra por llegar.
Pica la herida
y no cura
¡jamás!
aunque el viento engañe
con su ropón de hojas
desnucadas
contra un suelo
aún caliente.
Pica la herida
por los borde ocres
donde pasean las uñas
rabiosas
cercenando la piel
seca de ausencias.
Pica en tu nombre
a sabiendas
de que nunca más
volverá a ser sangre.
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