¡Por fin ya es viernes! viernes de una semana que termina impregnada del color con que se pintan las ansiedades, ansiedades párvulas reflejadas en unos ojos grandes de abrumadora inocencia, de donde brota esa lágrima aguantada con valor y que termina rodando tiernamente.
Terminó la cacareada vuelta al cole, hemos vuelto para quedarnos, como cada año, y para escuchar, como si se tratara de una condena, un montón de tópicos a los que me preocupa sentirme acostumbrada.
Y mientras tanto no consigo superar esa especie de terror que me produce el peso de la responsabilidad y no es la del trabajo (que para esa ya me he curtido en mil batallas), es el vértigo de la "tábula rasa", de saber que me aproximo, con el punzón acerado de cada una de mis frustraciones, con la torpeza de mis saberes calcificados y la creatividad esclerótica, a la materia más tierna, a esa de donde nacen los sueños, con un escaso índice de humedad en el ambiente que va secando la masa y haciendo mis trazos cada vez más evidentes y en unos meses veré ese dedo patibulario que me devolverá una imagen odiosa de la maestra que nunca he querido ser, aderezado con una voz a medio camino entre la Rotenmeyer y una adiestradora canina.
Hago este acto de contrición para recordarme a mi misma que -como cantaba Mari Trini- "Yo no soy esa", ¡no quiero ser esa! pero tampoco quiero seguir escuchando las mismas chorradas de todos los años, ese rosario de perlas de quienes trajeron al mundo a las criaturas que inquietan mi conciencia.
No quiero saber nada de extrañas fobias a váteres, de chiquillos que tienen la desfachatez de ¡no poner el despertador! y dormirse por las mañanas llegando tarde al colegio, de esa terrible enfermedad denominada "tienemocos" y de la recomendable medicina "quenocorra", de las dos horas de ¡vídeos educativos!, del “tiene algo de fiebre pero se empeñó en venir a la escuela”, del "¡no se donde cojones aprendió este niño a decir esas palabrotas!” De los pases de modelos con ropas imposibles que hacen de la hora de ir al baño toda una aventura. Del “¡defiéndete!” sin explicar lo que es un ataque, del puñetero rosa que resulta ser genético, del “yo le educo pero la abuela se lo consiente todo”, del “razonamos todas las cosas en la silla de pensar” (¡Si Piaget levantara la cabeza!) del “¡no se cómo podéis con 20 si yo no puedo con 1” !, de adultos que involucionan su lenguaje hasta límites inimaginables y que afirman tener vástagos superdotados cuya única excepcionalidad consiste en ser, sin duda, más inteligentes que la madre que los parió y/o el padre que los engendró y un suma y sigue interminable que hacen que esa tábula rasa no sea ya tan rasa y venga con unos cuantos machetazos que tendremos que ir rellenando a golpe de ingenio y plastilina.
Y así podremos echar balones fuera y decir que la culpa es de las familias que no tienen cabeza y que traen hijos al mundo como quien fríe rosquillas y que bastante tengo yo con lo mío y... mientras tanto, me atraviesa una sonrisa que de tan franca duele y me da por pensar que aquello del pan, del sudor y de la frente a veces te alegra el día y puede que a mi tábula, llenita de cicatrices, todavía le quede sitio para dibujar en colores.
Estoy completamente segura de que seguirás pintando en colores las vidas del alumnado que ha tenido la suerte de tenerte a ti de profe. Mucho ánimo para el curso y a llenar de colores (como siempre lo has hecho) tu aula.
ResponderEliminarPD: soy marcela con problemas para firmar.
¡Qué guapo lo cuentas! Y, ¡cómo me reconozco en ello, oyes! Tú, en tu Infantil, yo en mi 1º de ESO. Siempre igual, las familias y el profesorado que nos rodea (yo misma también, según el día y el hartazgo), anclados en un pasado que tiene más de virus estacional que de fuente de experiencia y aprendizaje.
ResponderEliminarSí, acabó, por fin, la (jodía) vuelta al cole. Mañana, lunes, tendremos la oportunidad de intentar ser esas el menor número de veces posible.
¡Mucha mierda, compañera, mucha mierda!
Gracias MARCELA, desde tu "exilio" voluntario reconforta escuchar tus palabras de ánimo. Tú sigue "aprendiéndonos" que lo necesitamos.
ResponderEliminarMÁRMARA, Me encanta lo del virus estacional. Con el apoyo de la buena gente conseguiremos no llegar a "ser esas". ¡Mucha mierda para vosotras también compañeras!
¡Como siempre genial mi niña!. Eres la bomba describiendo experiencias. Esos momentos de realidad machacona son un regalo para muchas familias ciegas, sordas, mudas y...
ResponderEliminarMientras tanto la vida va pasando y ahí estás ¡a lo que caiga!. Tú por si acaso ten a mano el casco y ¡suerte con la nueva promoción!, sea como sea vas a disfrutarla a tope, eso ¡SEGURO!
Ya sabes tú quien soy yo..., es inútil intentar publicar con mi cuenta
Entre irónico, tierno y gracioso.Consigues una vez más que nos acerquemos por este lugar de encuentro de pensamientos e ideas. Donde convive lo más granado del vocabulario castellano con las expresiones más estridentes de los "tacos", por eso me gusta leerte. Nos vemos mañana.
ResponderEliminarSoy una de esas mamas primerizas, que se acercan al colegio con miedo. Que todavía no ha superado el destete y que no se dá cuenta que tiene en su casa un niño no el bebé que hace meses tenía que proteger. Que tiene que acostumbrarse a dejar todas las mañanas a su niño entre 4 paredes con personas desconocidas, que van a encargarse de aportar conocimientos, disciplina y muchas otras cosas que en casa con su mamá sería imposible de experimentar.
ResponderEliminarPoco a poco, esos miedos e inseguridades de madre, se van disipando, a medida que ves al niño felíz yendo al cole, con sus compañeros y que habla de su profe como si fuera uno más de la familia. Me imagino que eso será la magia de la docencia.
Te doy las gracias por este post que describes con tanta exactitud lo que piensa la persona que está al otro lado, que desconozco, que estoy segura que está muy lejos de ser una señorita Rotenmeyer o una adiestradora canina....
A veces, es muy dificil hacer las cosas bien, cuando se trata de los hijos, porque duelen sus heridas, sus fiebres, sus mocos, sus inseguridades, su infelicidad mucho más que la de uno mismo. Por eso las actuaciones matriarcales no suelen ser las adecuadas porque se hacen desde el descontrol y la ignorancia.
Espero no ser muy ignorante y descontrolada y poder llevar este camino largo y duro que es la educación de mi hijo de una manera relajada y acorde a la propia vida.
Un saludo de la mamá de una manzanita!!!!
Sin palabras oye!
ResponderEliminar