Tu infancia voló más rápida que mis deseos, mis deseos de atrapar el tiempo, el tiempo de niño.
No se cuándo cruzaremos las miradas adultas, para hablarnos de la vida, no se si llegaré a tiempo de interpretar tus códigos, de descifrar tus claves, porque cada instante se nos va escapando por las costuras.
Encierras ese enigma de los siguientes, de los que se deslizan por el camino abierto y desbrozado, derrochando novedad con el disimulo de lo que parece ya hecho.
Pero no es el mismo sendero, es tu mapa, son tus propias rutas.
Ya eres tan hombre como para decidir sobre tu vida y la ley te lo permite, te lo avala y hasta te pedirá cuentas.

Aunque tu lenguaje tenga otras leyes,
aunque tu ritmo no lo baile mi cuerpo. El corazón sigue sembrando flores en noviembre.
Por eso y por tantas cosas ¡Te quiero, rapero!
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