A esos periódicos que la mataron, varias veces, porque lo que importa es hacer titulares,
A quienes decidieron matar a su perro, porque no se pararon a a pensar ni dos minutos en el resto de posibilidades, pero sí tuvieron la certeza (una vez más) de la muerte de su dueña, pues a poco que hubieran confiado habrían pensado en el brutal hachazo que le darían una vez recuperada de una enfermedad mortal y deseosa de reencontrarse con quien moriría a su lado sin condiciones .
A la prensa que invadió sus espacios íntimos publicando fotos para las que difícilmente, Teresa, pudo dar consentimiento, fotos que solo pretendían hacerse tan virales como el propio Ebola; con el convencimiento, igualmente, de que moriría.
Al Consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid que, borracho de ignorancia, de miedo y de desazón apuntó con la mayor de las torpezas a la cabeza y al corazón de una mujer cuyo único delito fue dignificar una sanidad que él y los suyos han arrastrado por el fango.
A la Ministra Ana Mato porque siendo, como es, ministra de igualdad no ha tenido ni la decencia ni la sororidad necesaria para apostar, desde el principio, por una mujer trabajadora cuya vida se puso, voluntariamente, al servicio de su profesión y volcó en ella todo el pánico que le soplaba el aliento de la muerte.
Y por último a mí misma y a todas aquellas personas que hemos arañado cada segundo de intimidad, que hemos sentido el miedo egoísta y hemos temido morir con ella.
¡Animo Teresa!, aunque solo sea para joder a este maldito destino mereces vivir, y ya, desde aquí te pido perdón, por si acaso.
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