08/03/2014

ROSAS MARCHITAS

Agazapado al final de la barra del bar, escondido tras la espuma de la cerveza escuchaba, rojo de ira, a aquella panda de cromañones babeantes proferir todo tipo de bravuconadas insolentes, las risotadas inundaban el local con la misma fuerza que sus entrañas.
Sus mujeres tenían buenos machos en casa y por eso sabían a qué atenerse, alguno habló de algún yerno lo suficientemente calzonazos y de lo que, sin duda, necesitaban algunas acompañando la frase de un ostentoso toque de bragueta.
Pagó la cerveza cuando el vómito se acercaba a su garganta,  pasó ante ellos silencioso, sin mirarlos. Antes de subir a casa compró una rosa, era 8 de marzo.

Al entrar besó a su mujer y le ofreció la flor que al poner en agua se marchitó de inmediato.

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